El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano. Proverbios 18:24.

La amistad es una de las relaciones humanas más puras y más libres (dentro de las limitaciones humanas). Cultivamos una amistad con alguien por pura y libre elección. En la amistad verdadera no hay fingimiento ni intereses, sino el placer de tener “compinches” y compartir un montón de cosas.

Como diría Elena de White, “hay misteriosos vínculos que ligan a las personas, de manera que el corazón de uno responde al corazón del otro. El uno adopta inconscientemente las ideas, los sentimientos y el espíritu del otro”.

A cierta edad, sobre todo en la adolescencia, la opinión de los amigos suele pesar más que la de los propios padres. Nos sentimos más comprendidos por ellos, porque están atravesando por la misma etapa vital, con los mismos deseos, aspiraciones, luchas y dolores.

De ahí que sea tan importante saber elegir bien a nuestras amistades. ¿Será esta persona un motivo de bendición para mí? Su amistad ¿es edificante, elevadora, ennoblecedora o, por el contrario, influye en mí para apartarme del camino de Dios, para relajar mis costumbres morales, para introducirme en el vicio y la promiscuidad? ¿Me estimula a crecer, a desarrollarme, a tener grandes aspiraciones para la vida, o solamente está ahí para que salgamos a divertirnos, a “pasarlo bien”, despreocupándonos de las responsabilidades que nos impone la vida?

Y, lo que es tan importante: ¿Qué clase de amigo eres tú? ¿Te acercas a tus amigos solo para sacarles provecho, por causa de sus bienes y comodidades, por la fama que crees que se te “pegará” por relacionarte con ellos, o porque puedes usarlos para descargarte de los problemas de la vida, pero no tienes un interés genuino en sus necesidades y problemas?

Nuestro texto de hoy dice que “el hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo”; es decir, no esperar pasivamente a que los amigos nos demuestren cuán amigos son de nosotros, sino tener una actitud de preocupación verdadera por ellos y por su felicidad.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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